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domingo, 20 de mayo de 2012

BIDI- 1 autresdimensions 16 de Mayo de 2012 con audio


Original en francés
www.autresdimensions.com
Canalizado por: Jean Luc Ayoun
Transcripción: Véronique Loriot
http://mensajes-del-espiritu.blogspot.com
http://mensajes-del-espiritu-2010.blogspot.com
Traducción: Hedyn Núñez

Audio
http://www.yakitome.com/data/6785485299/yak_caYoduuswHZhJrN2Dmeowg0YlNcmcDFgba0SjtNSJNG_neu8jK2wJheEX21nAxojR3DyS3RpxbiASB80vbkIeiyFWVu1ot4GoMUun5D.mp3

Pregunta: Estoy acompañado, exteriormente y dentro de mí, por el que fue mi compañero, yo ya no sé cuando soy yo y cuando es él. No sé ya quién piensa, quien habla y quién actúa. Como un cuerpo para dos, y otra cosa en otra parte. En realidad, eso no es más, ni yo, ni él, sino simplemente la vida que pasa.

Esto es un primer bosquejo, pero eso no finalizado. La forma como tú lo expresas (¿quién piensa, tú o él?) quieres decir que allí hay dos que piensan en vez de uno. Hay una etapa. Es la que vives, pero no se detiene aquí. Porque, por el momento, hay aún una identidad: aquél que fue, para ti, lo que fue y que hoy, es otra cosa, a través de lo que tú Eres, a través de este yo que no es ya él yo, sino el Sí. Efectivamente, la vida pasa. Pero, más allá de eso, lo que vives es una primicia. Es un acercamiento. Pero, es necesario ir más allá. No te detengas sobre este camino, porque no hay camino. No hay nada de él, no hay nada de ti. Sólo la continuación, a través de eso, de algo que no es Absoluto, sino que es romántico. El romanticismo no es el Absoluto porque mantiene la ilusión de ser dos. No hay dos. A lo que te invita hoy, él que fue tu camarada, es al Absoluto. Él te lo dice en lo que te dice: que él no es más el que has conocido. Por lo tanto tienes que ir más allá. A través del impulso que se mueve en ti, es necesario ir más allá. Y para ir más allá, es necesario que la mirada no se porte más sobre algo exterior, que no tiene más existencia que el segundo que está en ti. La Fusión es un mecanismo donde ya no hay dos. No hay pues a saber: ¿quién piensa o quién no piensa, o es que los dos piensan? Va más allá del pensamiento. Va más allá de las explicaciones, y de lo que es dado. El que fue, lo que era para ti, no puede apremiarte. Nadie puede apremiarte. Hay un acercamiento. Este acercamiento se realiza. Después de esto; eso forma parte también de lo conocido y, en este conocido, hay una historia: aquélla que se vivió, pero que no es ya la que debe vivirse. Es necesario, pues también hacer callar eso. Es en este sentido que la vida pasa, así, como lo dices. Detiene la vida, no deteniendo tu vida. Deja vivir lo que debe vivirse. No reflexiones. No plantees cuestiones. Conténtate de estar en lo que pasa y que va a detenerse, porque la verdadera Vida no pasa. Es la Onda de Vida que pasa. El contacto desencadena el sentimiento de estar en Fusión, pero mientras haya un yo, el tuyo o el suyo, no son lo que él Es, hoy. Te corresponde (si puedo expresarme así) subir. Pero este subir no es una subida. Es, también, un Abandono, donde no hay yo, y no hay él. Si debes que vivir este Absoluto, a través de lo que se realiza en ti, por él o por ti, debes sobrepasar “él” y “mi”. Porque hay, necesariamente, en tu memoria que está aún presente, una forma de nostalgia, una forma de pérdida. Lo que sustituyó la pérdida debe poner fin a la pérdida. Más allá de la identidad, la tuya como la suya. Él te habla de otra parte de la que él está cerca. Es, de algún modo, este Último. Él te lo propone. Te lo sugiere en lo que recibes, pero no hay por qué dejarse llevar. Así como no hay por qué ser llevado a algo que está inscrito en el tiempo efímero de una vida, la tuya como la suya. La suya se vivió, la tuya se vive. Ustedes no son, ni lo uno ni lo otro, lo que se vivió y lo que se vive. Entonces no tomes en cuenta una utilidad, en el sentido humano, porque lo que podrás aportar, tú, Fundida en él, y él, Fundido en ti, más allá de toda identidad, y de toda individualidad, sobrepasa largamente eso a que te dedicas actualmente. No es manteniendo eso que se desarrollará eso para lo que él está allí. Recuerda lo que acabo de decirte: no puede violar una Libertad que es imprescriptible. Él, sabe. Él, lo vive. Tu no.

El principio de la identificación era un enfoque, pero es necesario superar, a través de esta reunión o esta unión, este principio de identificación. Entonces, a partir del momento en que reconoces que no sabes quién piensa (reconoces y buscas saber quien piensa), a partir del momento en que das peso a cualquier interrogación, tú te alejas del momento que debes vivir, que está más allá de toda interrogación. La interrogación se convirtió en (y era) una certeza, pero no debe convertirse en una incertidumbre. Si no, no puedes, en ningún momento, realizar (si puedo decir) lo que está previsto, que es Absoluto. El Último no puede aparecer hasta que todo sentido de identidad, de individualidad, incluso a través de esta relación, desaparece, porque la propia relación recurre a la dualidad. No puede entrar en relación con lo que tú Eres. No puede sino Serlo. Él te sugiere Ser, eso lo sabes. Entonces no cedas a las sirenas del pasado. No existen. No cedas a aquéllas que quieren parecerte como una función o una justificación de alguna cosa de este mundo. Sin embargo, tú sabes, en el fondo de ti, que se desarrolla algo. Este algo que se desarrolla no necesita de ti, ni de él, ni de ustedes, pero eso es otra cosa. Si aceptas eso, entonces, se realizarás el Abandono del yo soy y podrás vivir realmente, no el yo soy, no allí donde el esta, no allí donde tu estas, sino entrar en el no yo soy, el no ser y la no conciencia. ¿Cuál es tu objetivo? El suyo no es el mismo que el tuyo. No debe haber, simplemente, una superposición, sino un rebasamiento del objetivo. No es más que así, que uno y otro podrá conducir lo que él Es, más allá de todo ser, a la fuente misma del Ser, más allá incluso de la conciencia.

Entonces, entra más al Interior de ti, como él, sin resonancia exterior. Mientras haya una utilidad buscada o deseada, referente a este mundo (eres aún de este mundo limitado, él te llama a lo Ilimitado y tú lo sabes), ninguna influencia debe ejercer algo. Vive lo que tú Eres, no lo que has sido, ni lo que querrías. La mejor manera de servirte, y de Ser, es precisamente, sobrepasar eso. No para algo personal, o una identidad personal de cualquiera, sino como tú lo dices, para la Vida. Tú decides. Te corresponde aceptar lo que se da, lo que se ve y lo que, finalmente, debe ser superado completamente por el Abandono del Sí, del tuyo como del suyo. Pero para él, es más fácil. Allí donde el está, no hay discriminación en resonancia con los vínculos, los apegos, con el cuerpo, con la historia, y con el pasado. Todo eso no está ya en curso. Es una oportunidad inestimable. Te corresponde a ti de ver: ¿dónde te colocas? No te coloques con relación a lo que conoces, con relación a lo que te rodea, sino solamente, con relación a ti, en ti, y más allá de ti. Incorpórate a la Unidad donde nada puede interferir, cualesquiera sean los vínculos, sean los afectos y los compromisos. No existe nada de eso. No te dejes llevar fuera ti, por ti o por otro. Vive lo que se vive, sin buscar nada. Diría incluso que el simple contacto, más allá de la relación, si haces silencio (si no hay más preguntas, ni más interrogaciones sobre el sentido de quien piensa, sobre el sentido de quien es), entonces se ve todo, sin ninguna dificultad, sin ninguna pregunta, sin ninguna respuesta, sin duda alguna. Mira, más allá de lo que pasa: dónde están las dudas, cualesquiera sean ellas, ¿porqué?

No por encontrar una respuesta al exterior. Trasciende la duda. Transforma la duda y déjala de lado. Recuerda que muchos de los Ancianos han dicho: la Inteligencia de la Luz, la Inteligencia de la Vida, la Inteligencia de la Onda de Vida. ¿Por qué quieres substituirte por ella? ¿Dónde está la necesidad de existencia? ¿Dónde está la necesidad de mantener lo que debe soltarse, enteramente? No te invito que ceses todo contacto, al contrario, sino a que entres en la intimidad del contacto, en el sentido del contacto y no en alguna traducción, aplicable a este mundo, que no existe. Tú estás en lo real de lo que existe. ¿Por qué quieres tú, llevar eso a lo irreal? Deja hacer. Deja Ser. Mucho más. No hay relación. No hay comunicación. Hay mucho más. No permanezcas paralizada. Como lo dices: deja pasar, pero no observes lo que pasa. A partir de ese momento, eso será. Y vivirás, en totalidad, lo que debe vivirse. Es a eso que te llama, más allá de sí mismo. Cuando hablas de compañero, mencionas a dos. Ya no hay dos. Aquí mismo, como en otra parte (que eso sea a través de lo que nombras él o tu), hay otra cosa. Olvida la necesidad de persistir. Olvida la necesidad de ser, que eso esté en una historia, en un recuerdo o en un contacto. La etapa de la que hablé, está efectivamente, cumplida, pero no es por eso que todo se ha cumplido. Hazte sinceramente la pregunta: ¿para qué sirve eso? ¿Para lo que deseas o por lo que es? Determínate en la Libertad.

Pregunta: En la mañana, al despertar el cuerpo que habito le gusta permanecer extendido durante horas, inmóvil, pasible y tranquilo. ¿Éste estado corresponde a esto que califican de meditación?

¿Cuándo es que he hablado de la meditación como siendo esto o aquello? ¿Por qué tendría yo una definición de la meditación? ¿Qué quieres tu oír sobre la meditación? ¿Cuál es el objetivo de la meditación, si es que eso es una meditación? ¿Es una complacencia hacia ti misma? ¿Tiene necesidad de olvidar? ¿En este estado, hay una satisfacción y quién es que se satisface? ¿De no tener que enfrentar el mundo, y la Ilusión? ¿O, en ese momento, hay, más allá de la meditación, más allá de lo apacible, la instalación de algo que siempre ha estado allí? La única y verdadera cuestión está allí. No de saber si esto es una mediación o un Samadhi. Porque, que eso sea meditación o que eso sea un Samadhi, es necesario, ir más allá de eso. ¿Qué quiere tu cuerpo? ¿Es él que quiere descansarse o es tu espíritu que pone este cuerpo en reposo, con el fin de vivir algo, o de manifestar algo? ¿Entonces, qué eso venga del cuerpo, de una meditación, o de un estado de Presencia, qué importa? Debes sobrepasar eso. Si tu cuerpo lo pide, acéptalo. Si tus pensamientos o tu espíritu te lo piden, acéptalo. Pero entiende bien que no Eres nada todo eso. No es porque el cuerpo vive una disposición de espíritu particular, o porque el espíritu induce a algo particular, en el cuerpo, que debes mantener la Ilusión de este cuerpo y este espíritu. Ser complaciente en un estado, incluso si es agradable, no es suficiente. A veces, eso hasta puede ser un obstáculo, no por vivirlo, sino por identificarse. No seas eso.

Eso no quiere decir que debes levantarte, porque eso no cambiará en nada el punto de vista. Tendrás la misma mirada. Entiende que aunque el mental te haga creer que si te concedes este descanso, o que si el cuerpo te pide este descanso, vas a acercarte al Absoluto. Eso es falso. Mientras creas eso, es la Ilusión del desarrollo del tiempo. Porque el tiempo del que hablas es la mañana al despertar. Habrías podido hablarme de otro tiempo, al mediodía o la noche, pero sigue siendo un tiempo. Por lo tanto no es real porque es efímero. No es la repetición de la experiencia (que sea pedido por el cuerpo, por el pensamiento, o por el Samadhi mismo, que se instala) que va a solucionar el problema. Porque, precisamente, el problema es el cuerpo, y este espíritu. Ellos interactúan uno sobre el otro, en permanencia. Eso no es la Paz. No es el Samadhi. No es el hecho de estar tranquilo que se revela lo que tú Eres, más allá del ser, sino precisamente, la no identificación y aún menos la justificación de eso. Qué más da que eso sea una meditación. Qué más da que eso sea una enfermedad. Qué más da que eso se sugiera por el mental o por la propia conciencia. No te entretengas en eso. Si eso es a vivir, vívelo. Pero no Eres tu quien vive eso. Tú Estás más allá. Acepta de verlo así. No hay ninguna finalidad posible, con relación a eso.

No es la repetición en el tiempo, en los días, en las jornadas, que va a cambiar cualquier cosa. ¿Porque, en cuanto sales de allí, qué pasa? Pasa que otras cosas pasan. Estas otras cosas que pasan, no hacen más que pasar y te inscriben en lo efímero. Es la mirada que debe cambiar. No es la experiencia. Ninguna experiencia es válida porque toda experiencia sólo tiene un tiempo, dura un momento, como para la pregunta precedente. No permanezcas fija sobre la experiencia, cualquiera que sea el placer, cualquiera sea el Samadhi, lo que se percibe, o no percibe. Es necesario ir mucho más allá. Porque es detrás de eso que se encuentra la Verdad: aquélla que no se mueve, que no cambia. Vive lo que debe vivirse. No te cuestiones si es una meditación, si estás tranquila o no. Si hay alguna culpabilidad o no. Ve más allá del observador. Ve más allá de lo que se vive en lo efímero. Acepta vivirlo, pero no te contentes con eso. Acepta ver el lado efímero, como experiencia. El Absoluto no será nunca una experiencia. No habrá nunca preliminar al Absoluto. No habrá nunca preparación al Absoluto. Es algo que se mueve con el fin de encontrar la inmovilidad. Por lo tanto eso no puede ser favorecido por alguna experiencia, un estado, contacto, relación u otra cosa. Si abandonas todo eso, verás que todo es muy simple, todo es fácil. Como ustedes dicen: todo es evidente, pero a condición de suprimir las evidencias que les parecen normales, pero que no son más que experiencias. La evidencia de la que les hablo es la evidencia del Absoluto, que no depende de ningún tiempo, ningún instante, ningún momento, ninguna experiencia, ninguna justificación, cualquiera sea. Como lo dije en nuestras últimas conversaciones, somos todos Uno, más allá de la Unidad, en el Amor. Porque somos Amor, pero estamos más allá del amor manifestado y creado aquí, más allá de la experiencia de amor. Acepta vivir los momentos más bellos como los más repelentes de este mundo, que te propone tu vida, en el mismo estado, que no es un estado. Porque mientras te gratifiques, o mientras seas culpable, es el mismo principio que se expresa. No busques ni culpabilidad, ni gratificación. Es por esta condición, o estas dos condiciones, que saldrás de toda experiencia, de todo estado, de toda conciencia, pero, repito tu eres Libre. Tu Libertad es total. Si dependes de un horario, o de una persona (que no tiene más realidad que lo que eres) cómo esperas tú poder establecerte en lo que Eres, más allá de la conciencia, que engloba todas las experiencias agradables como desagradables, y todas las ilusiones, sin excepción. ¿Y allí, verás lo que no puedes ver en este Último, este Absoluto? Por supuesto que todos viven experiencias. Ellas les fueron descritas (longitudinalmente, a lo ancho y transversalmente) por los Ancianos, las Estrellas y los Arcángeles. Esa son etapas. Son momentos. Son verdades relativas que se expresan, precisamente, en función del estado de la conciencia: fragmentada, separada, dividida o Unificada. Por supuesto, es más agradable estar en conciencia Unificada que fragmentada. No te fíes a lo que es agradable, y aún menos de lo que es desagradable. Porque son calificativos de un Estado, en ningún caso eres algunos de Éstos. Acepta ver la Verdad, con el fin de Ser la Verdad. No aquélla que depende de una experiencia, una circunstancia, o de un tiempo, sino la que Es, de todo tiempo. Que engloba todas las experiencias, agradables como desagradables, sin acepción. Y ahí verás eso que no puedes ver.

Pregunta: Hoy mi vida, hace que esté poco activo y que no me siento implicada en el mundo. ¿Esta no implicación es una forma de negación, una manera ponerse en retirada, una falta de anclaje o debo refutar en bloque toda consideración sobre la forma que toma mi vida sobre este mundo ya que en cualquier caso eso no se relaciona al Absoluto?

Tienes la respuesta en las últimas líneas. Tú mismo dices: “mi vida”, “hoy”, “mi cuerpo”. Tú sabes muy bien que no eres nada todo eso. ¿Entonces, lo que haga este cuerpo (acción o no acción), qué importancia tiene para lo que tú Eres, más allá del Ser? Tú mismo mantienes el papel de observador, la auto-contemplación de sí mismo. Hay un amor de sí mismo que no puede desembocar en un no Sí. Tu Eres Amor. Por lo tanto mientras hay amor a sí mismo, no es Amor. Tú proyectas y te identificas a tu proyección. Mantienes la Ilusión tú mismo, porque después de haber estado activo, intentas la inactividad. Y te das cuenta que, activo como inactivo, eso no cambia nada. El observador está siempre allí. Tú te identificas, o a este cuerpo, o a lo que se desarrolla. Y lo que se desarrolla no hace más que pasar, como tu vida, y como tu cuerpo. Todo eso debe barrerse. No como un rechazo. No como el hecho de renegar esta vida, este cuerpo, este hoy. Sino de estar más allá de este cuerpo, de esta vida y este hoy, que como lo dije, los tres pasan y pasarán. El observador existe aún. Estás preguntándote (prosiguiendo lo que dije en el último encuentro) saber si eres la cuerda o la serpiente, de saber si eres el contenido o el envase. Pero no eres nada de todo eso. Y con todo eres eso. Pero no permanezcas eso. La auto-contemplación en el ego, como en el Sí, activo o inactivo, no conduce a nada. Y lo sabes. Es el final de la calle. No hay salida. Todo esto son experiencias que, inicialmente, favorecen al observador. Pero, en alguna parte, en el Absoluto, no hay ningún observador. Sólo hay un juego de la propia conciencia y, por el momento, tu participios del juego de la conciencia. Cualquiera que sea tu vida, no es esta vida. Entonces, vive lo que debe vivirse. Vive lo que has elegido. Allí también, no hay que buscar ninguna gratificación, ninguna satisfacción, ninguna culpabilidad. Porque el pensamiento siempre será dual, incluso si él se pretende Unitario. Porque el pensamiento es discriminante, siempre. Sobrepasa el pensamiento. Sobrepasa el observador, de la misma forma. Sobrepasa el cuerpo. No los rechaces, sino véalos por lo que son: obstáculos. No se suprime un obstáculo. Se lo rodea, digamos. No se lo niega, no se lo rompe. Allí, es tu mirada y tu punto de vista, vinculado a este cuerpo, a esta vida que se desarrolla, que es una proyección de la conciencia. No eres ninguna de tus proyecciones. Redefine tu punto de vista. No lo inscribas en un tiempo. No lo inscribas en un espacio. Aún menos en un cuerpo.

Tu conciencia está en este cuerpo, pero no eres ni el cuerpo, ni la conciencia que está en este cuerpo, ni fuera de este cuerpo. Porque todo eso menciona y manifiesta, aún, una dualidad. Es decir, no te intereses en eso, ni en un sentido, ni en otro. Porque en cuanto te interesas, hay o una culpabilidad, o una gratificación. Pero ni uno, ni otro son la Verdad. Porque se derivan, precisamente, de una circunstancia. Y lo que Eres no depende de ninguna circunstancia, así fueras este cuerpo o esta experiencia. Efectivamente, sale de todo lo que es conocido, a través de este cuerpo, de su acción o su inacción. Eso te lleva en realidad, a aceptar de no buscar. Entender que no hay nada que buscar. ¿Quién busca? ¿Y sobre todo quién encuentra? ¿Y por fin encuentra qué? Más experiencia. Lo transitorio. Más límites. Aún lo conocido. Déjate llevar. Eso no quiere decir permanecer en la cama o estar inactivo. Dejarse llevar puede realizarse siendo extremadamente activo. Porque sabes, en ese momento, que no eres tú quien actúa. Sal del desorden de la identificación. No eres el desorden, no más que la recompensa, ni más que la culpabilidad. Todo eso representa juegos. Estos juegos que son programados por el yo o por Si. Porque sin yo, sin Sí, hay él no Sí. Y todo el resto derivará. Por supuesto que puede jugar a participar, dándote la ilusión de ser maestro y controlar. Mientras creas controlar, o ser el Amo, el Absoluto se encubre, para ti. Es necesario sobrepasar la sabiduría. Lo que expresas, muestra, en alguna parte, un compromiso en pro de lo efímero, a tu vida, y a este cuerpo. El compromiso mismo, crea la dependencia a lo efímero y en consecuencia a la experiencia. Y así sin final. Colócate claramente en lo que, para ti, es válido. Y, como lo dices al final de tu pregunta, contiene la respuesta, porque lo sabes, profunda y íntimamente. Con todo hay algo en ti que quiere expresar y manifestarse el revés. ¿Por qué? ¿De qué dudas aún? ¿De qué tienes miedo? ¿Qué es lo que te frena? Es todo. Observa, sin culpabilidad, sin juicio. Porque lo que aparece en el marco de tu visión (la de tu conciencia), favorece la integración, el rebasamiento, la transcendencia incluso, de una conciencia hacia una no Conciencia. Y no veas este “hacia” como un desplazamiento. No es tampoco como lo dije, una exclusión, sino una inclusión. ¿Quieres ser lo que incluye o lo que excluye? ¿Experiencia o Absoluto? ¿Conocido o Desconocido? ¿Activo o inactivo? Lo activo de que hablo no es la acción. El inactivo no es tampoco la no acción. Es más allá.

Pregunta: A pesar de una intuición y una aspiración profunda al Absoluto, hay comportamientos que caen y que alejan del Absoluto aparecen frecuentemente. ¿Por qué?

¿Porque a partir del momento en que tienes la intuición del Absoluto, desde momento en que aspiras al Absoluto, qué va a hacer el ego? Va a reflejarlo como un deseo inaccesible, va a alejarte. El Absoluto no está vinculado a una intuición, ni a una aspiración. Debes refutar todo lo que es del orden de la conciencia transitoria. No puedes perseguir el objetivo del Absoluto. Así, se aleja, de la misma forma que cuando tú lo refutas o cuando lo niegas. El Absoluto no te concierne. No concierne a tu aspiración, ni a tu intuición. Debes deponer las armas, detener la búsqueda, abandonarte tu mismo. El Absoluto no será nunca una búsqueda, una investigación, una intuición, una aspiración. No puede revelarle nunca, a tu conciencia, mientras la conciencia esté allí. Entonces, en un buen juego hablar de tu conciencia que tiene la intuición. Pero, como lo señalas, eso no cambia nada. De la misma forma que mientras vivas la aspiración. La potencia de la aspiración, a ser eso, no es la misma en todo ser humano. Algunos seres (y son raros) pudieron tener tal tensión hacia eso. Pero la tensión no es la aspiración. El punto de vista no es el mismo. Por lo tanto cesa de buscar, cesa de aspirar, abandona la intuición. Conténtate, simplemente, de Ser este Absoluto. Mientras hay intuición y aspiración, es una proyección, de tu conciencia, hacia un objetivo. Y este objetivo se inscribe en el tiempo y, como todo lo que se inscribe en el tiempo, no es real, porque eso cambia y desencadena en ti, algo que experimentas, por el juego de la conciencia. Eso se llama frustración. Y cuanta más intuición tienes, más te frustras. Y eso va a alejarte siempre más, de lo que ya está allí.

El Absoluto no es una conquista, no es una experiencia, ni es un estado. Es este Último, que se revela a partir del momento en que aceptas, más allá de todo tiempo, que no hay aspiración, que no hay intuición, con relación a eso. Debes capitular, porque la aspiración y la intuición no son más que el reflejo de la conciencia, del Sí o de la persona, nada más. Todo Está en ti, porque es tu naturaleza, es lo que tú Eres. No puede existir aspiración o intuición porque eso sigue siendo el mental o un deseo, lo que es peor. No hay nada que desear, puesto que ya está allí. El mental te lleva a la inversa de tu aspiración y tu intuición. Y cuanto más éstas crezcan, más el mental va a alejarte, conduciéndote a vivir cosas desagradables que no es más que el reflejo de la frustración. En tu caso, no hay duda ni miedo, sino simplemente, frustración. Si aceptas ver eso, comprenderás la vanidad de la intuición y la aspiración que te conduce exactamente a lo puesto de lo que quieres, porque el Absoluto no es una voluntad, ni un querer. Entonces, deja caer todo querer. Si aceptas abandonarse, verás que el Absoluto está ya allí: es lo que tú Eres. No eres tus frustraciones, ni tu aspiración y, aún menos, tu intuición. Una intuición sólo sirve en este mundo (para hacer buenas elecciones, por ejemplo). Pero el Absoluto no es una elección. Él no es de este mundo. ¿Qué esperas encontrar allí? Sino la frustración, cada vez más grande. Ningún ser puede conducirte a lo que ya Eres, si no es que quiera alejarte de lo que Eres. Se consciente que hay un único maestro y sé consciente, de que éste maestro es ridículo, porque se erige como el que sabe, en el que tiene la intuición, en el que aspira a... Entiende eso. Y no es un esfuerzo a hacer. Eso no es un trabajo. No es una escena. Es muy simple. La frustración te conduce a la complejidad. Y lo que es complejo no es Absoluto. La complejidad pertenece a la conciencia y a su despliegue, de mundo en mundo, de Dimensión en Dimensión. Ve más allá. Haz cesar todos estos juegos. No aspires ya a nada. No intuyas más nada. Haz callar eso, olvidándolo (no oponiéndose), y verás que ya está allí, desde siempre, incluso antes de existir aquí.

Tú yo, tu Sí, se identificaron con esta búsqueda, con esta intuición, esta aspiración y en consecuencia, tú mismo pones una distancia que no existe, pones un tiempo que no existe, un espacio que no existe. Tú mismo lo creas. Velo, sin culpabilidad, y sin falso parecer. Y desde ese momento, lo vivirás. Di que es simple. Si debía seguir siendo una única intuición antes de que desaparezca, es ésta: es simple. Y sustituye la aspiración (si eres capaz) por la tensión. Y si la tensión no puede hacerse, entonces, abandónate. Entonces, si eres capaz de decirte, en Verdad: “que no eso no es a tener”, no habrá ya, más nada a tener, más nada a esperar, más nada con que estar de acuerdo o en desacuerdo. El Absoluto Es allí. Tú Estás allí. Recuerda que, para el ego y el mental, el último paso parece terriblemente difícil, porque hay allí pérdida, porque hay Abandono. ¿Te sientes Abandonado, solo? Es una muy buena señal. Una mejor señal que la intuición y la aspiración. Pero no te ates tampoco a eso, deja pasar todo eso.

Pregunta: ¿Por qué es tan difícil permanecer en esta libertad infinita que a veces se expresa a través de mí?

¿Quién es que dice que es difícil? La respuesta está en la segunda parte de la pregunta. Porque lo que se expresa, a través de ti, quiere decir que te atraviesa algo, que te coloca en observador y en consecuencia en distancia, a ti mismo. Y poner esta distancia crea y acentúa, para ti, esta noción de dificultad, porque quieres permanecer exterior y observador. Pues es difícil: observas lo que pasa, pero no pasas a ser lo que pasa, que es; Absoluto. No hay nada de difícil. Solo tú eres difícil en lo que no eres. Entonces, por momentos, las resistencias caen. Y cuando las resistencias caen, hablas de libertad infinita. ¿Pero quién observa esta libertad infinita? ¿Quién experimenta esta libertad infinita? Precisamente, lo que impide que ella sea la Verdad Absoluta. Sólo eres tú y tú mismo. Si, observas esta libertad infinita, si la experimentas, no eres Libre. La experiencia que se vive (porque si eso pasa, eso sigue siendo una experiencia) no puede, por supuesto, hacerte Libre porque ya eres Libre. Ya, Eres eso. Es simplemente quien observa, que hace una experiencia, y no una realidad de lo Real, y no el Absoluto. Hay, en alguna parte, una distancia que permanece. ¿Quién pone la distancia? ¿Es el Absoluto? ¿O tú? ¿Quién impide la instalación, el develamiento, si no es el observador, que se complace en su observación, haciendo algo exterior, haciendo una experiencia, un estado que pasa. Está allí, siempre oculto detrás de eso, la voluntad de percibirse. Ahora bien, quién se percibe o percibe, si no es la conciencia. No hay por lo tanto; no conciencia. Permaneces establecido en el “yo soy”. Es eso precisamente. El observador está presente. A veces, es testigo. Pero es el mismo principio: hay una distancia, una experiencia, un estado, pero no hay perennidad.

Ve más allá de lo que lo que ves, más allá de lo que crees. No permanezcas fijo. El Absoluto es inmóvil (no tu), en lo que se mueve o en lo que es fijo. Toda experiencia puede parecer buena a realizar y vivir, pero hay un momento en que todas las experiencias deben superarse con el fin, precisamente, de no ser simplemente una experiencia, o un estado que pasa. Tú Eres Eterno. Eres Absoluto. Entonces, libérate, porque estas ya liberado. Y si aceptas eso, concluirás que hablar de Libertad infinita no quiere decir nada. No eres realmente Libre, si no aceptas que ya estás liberado. En ese momento, entenderás que no hay ni infinito, ni final. No queda más que lo indefinido y lo indefinible. El Absoluto lo es también: ninguna definición puede contener o explicar al Absoluto. Sólo mostrándote allí donde no hay lógica real (sino exactamente una lógica aparente) que puedo darte a entender la Verdad Absoluta (y no relativa). Porque el hecho mismo de hablar de Libertad infinita, que no dura, te muestra sobre todo, que estás encerrado. No culpabilices. Ve simplemente, porque eso es simple. No hay ninguna dificultad, excepto esa creada por el mental. ¿Cuándo duerme, puedes decir que estás en libertad infinita? No: tu desapareces. El Absoluto está allí, porque el mundo desapareció. Es una diferencia simplemente de matiz o comprensión. Es la mirada limitada o ilimitada, una mirada finita o infinita. Pero, la verdadera mirada no termina, ni finaliza: es Absoluto. No puede establecer distinción, diferencia, o separación. Y tú Eres eso. Ve así, simplemente. Porque la Simplicidad es la Puerta de la Transparencia y sobre todo de la Espontaneidad, la que surge en cuanto el mental no es más referencia, ni referente. Favorece eso.

Pregunta: Desde que escucho sus conversaciones, estoy cada vez más en la aceptación de lo que me propone la vida, lo que me permite evitar el proceso acción/reacción, pero olvido a menudo aplicar la técnica de refutación.

No hay camino. La refutación no es una técnica. Es una conducta que hace cambiar la mirada, que dispara el mental (como lo dije). Es ya muy bueno no manifestar la acción/reacción. Lo que constatas y las palabras que empleas ponen de manifiesto que eres el observador. Ya no están en la escena de teatro, sino eres el que observa instalado aún en la butaca. La única manera es levantarse de la butaca, y salir del teatro, para ver que el teatro no existe, eso es la refutación. Sal de la comprobación, como has salido de la acción/reacción. Instálate más allá de la comprobación, porque constatar es también poner una distancia. Es mantener, hasta cierto punto, el placer de observador, del que observa la obra teatral. Has salido del personaje y en consecuencia la vida se desarrolla, los distintos actos de la obra se actúan. Si constatas, es que observas. Te queda por refutar, incluso ese papel, esa función. Porque mientras haya una función, hay persistencia de lo efímero. Aprovecha de la paz que puede derivar de la ausencia de acción/reacción para no satisfacerte con eso, ni estar insatisfecho, sino simplemente, refutarlo. ¿Por qué es que hay olvido de refutar? Simplemente, el mental te controla, el tuyo. Para él hay un peligro, porque no actúas más la pieza de teatro, tú la observas. Para él, es una situación arriesgada, peligrosa. Allí es necesario conducir la refutación. Por supuesto, tú te olvidas. No es él que olvida. Es el mental que te hace olvidar, porque se satisface con esta observación, del estado de testigo, del Sí, si prefieres. En el Sí, hay aún modelos (el Cristo o el que quieras). Sobrepasa el modelo. Rechaza todas las creencias, sin ninguna excepción. Refútalas. Quedan aún las creencias, y son tus creencias que se oponen, no tú. La oposición conduce a la comprobación. La comprobación conduce al testigo, pero el testigo no conduce al Absoluto. La refutación permite al Absoluto manifestarse, en esta forma, en esta conciencia. Es el momento en que no hay ya espectador, incluso no hay más teatro. He aquí a lo que te invito.

Pregunta: ¿Cómo estar en la Gracia y el Amor para acoger este nuevo ser que se desarrolla en mi cuerpo físico, dejar trabajar la Onda de Vida, estar lúcida de los cambios en curso, sin dejarme desbordar por los vínculos de compromiso madre-hijo?

Es muy simple: no te hagas esta clase de preguntas porque todas éstas, te refuerzan en la Ilusión. La Gracia no necesita de ti, así como los compromisos. No eres nada de todo eso que vives. Tu Eres lo que se vive: la Onda de Vida. Ningún vínculo puede asegurarte. El compromiso pertenece a ese cuerpo, en la relación madre-hijo. Esto se inscribe en la bolsa de comida. Tú estás sometida a esta bolsa de comida, a sus programaciones, a sus engranajes. Es tu cerebro, pero no eres tú. De tu conciencia, sale otra conciencia, que se formó de tu cuerpo, a partir de tu cuerpo. Y te crees propietaria o responsable. A lo sumo, puedes decir que lo que te pertenece, es otro saco de comida que sale de ti, y que has creado. Pero no has creado la conciencia que está dentro. No te pertenece, de ninguna manera. Sin eso, tú mantienes la ilusión de la carne de la carne. La Gracia no tiene que hacer de esta carne, porque la Gracia Es. Ella no es llevada por la carne, aunque se expresa a través de la carne. No es la misma cosa, no es la misma relación, no es la misma mirada. Acepta simplemente que eso se desarrolla, aunque seas tú que lo creó, al principio. ¿Eres tú que fabrica eso? Eso se fabrica simplemente solo, porque es la inteligencia que hay en la bolsa de comida que está prevista para eso: reproducirse. ¿Pero tú tienes necesidad de reproducirte? ¿Qué es lo que reproduces? Hay siempre, en el nacimiento de una carne, a partir de una carne, un conjunto de historias, un conjunto de proyecciones que crean compromisos, a través de ideales o miedos, son la misma cosa. Aprovecha de esta experiencia (porque, es también transitoria, dura 9 meses) para ver lo que es, para ver lo que eso viene a despertar en ti, colmar en ti, o dar miedo, porque no eres eso. Tú Eres el Amor y creas el Amor. ¿Es que este Amor te pertenece, por lo tanto, sabiendo que el Amor es Libre, te hace Libre? Si no eso sigue siendo humano y, por lo tanto, efímero. Lo que vives es, de algún modo un reto o, si prefieres, una experiencia. No permanezcas fija en esta experiencia y sobre lo que induce como apego a la carne. Considera eso, efectivamente, como una Gracia o un Don. Pero no te detengas en eso..

Te recuerdo que, para la Onda de Vida, como para la Gracia, no hay precisamente nada que hacer. No es una cuestión de hacer, ni una cuestión de ser, sino una cuestión de no ser. Es la visión limitada que te da la imposibilidad de conocer esta Conciencia que, sin embargo, está en ti ¿dónde estaba antes?, quién crea el apego, quién crea la responsabilidad y la dependencia. Ama lo que tú creas, lo que Eres, pero con un Amor que está más allá de una proyección, así fuera una creación de tu carne. Date cuenta de estos vínculos, que todos llamamos, todos los encarnados, antes de ser Absolutos: “amor”. Porque no conocemos otra expresión, hasta el momento en que el Absoluto está allí. Tomas conciencia, más allá de la conciencia. Y allí, todo es simple. Porque no eres este cuerpo. ¿Entonces, cómo podrías tu proyectarte en este cuerpo, que se creó a partir de este cuerpo? Eso es válido también para los pensamientos. Eso es válido para todos los compromisos. Ningún compromiso conduce a la Libertad. Ninguna Libertad conduce al compromiso. Si no, eso no es Amor, es una debilidad. El Amor es fuerza. Entonces, simplifica, porque eso ya es simple. Como en la respuesta precedente: es tan simple que eso para el ego parece, absurdo. Recuerda que hay que cambiar la mirada. No este cuerpo, que vive lo que debe vivirse, que se haya deseado o no.

Eso también, no entra, sino en la pregunta y la respuesta. Diría incluso: entra en disidencia con relación a eso. Sería necesario concluir que lo que se desarrolla en tu carne es, en alguna forma, una reproducción, más o menos conforme a tus proyecciones, a tus expectativas, a tus deseos, y por supuesto, a las proyecciones, a las esperas y a los deseos del que está allí. Pero nada más. La Libertad está allí y pone fin a todo apego, lo que no impide (al contrario), el vínculo de Libertad del Amor (que llaman Vibral) e incluso del Absoluto. Eso puede ser, hasta cierto punto, condiciones propicias debido a (como lo dices) la Gracia y la euforia que es secretada por ese cuerpo de comida, durante este estado que no es nada más que el instinto de preservación (destinado, a que éste llamado amor filial o maternal no desemboque, en la desaparición de la raza humana). Nada más y nada menos. No seas engaño en ese mercado de engaños. Eso no impide amar, pero no es ya el mismo amor. No hay más ataduras, si ves eso. Hay Libertad.

Pregunta: Desde que encontré la Conciencia de quién soy y me abandoné a la Inteligencia de la Luz, todo es simple y fluido y el pequeño «yo» ocupa cada vez menos espacio. ¿Es eso la Transparencia?

El hecho de constatar (el hecho de llevar un acta) prueba la existencia del observador que sustituyó al yo o el protagonista. Por supuesto, el acta no basta. Es necesario, allí también, si es lo que deseas (no como aspiración o voluntad), aceptar dejar caer eso. La vida, entonces, se desarrollará, no solamente bajo la acción de la Inteligencia de la Luz, sino bien más, en el Absoluto. Esta forma ya no se limitará a esta conciencia, a este yo que se va o a este Sí que se instala, sino los englobará en algo que es, si se puede decir, mucho más vasto y más grande (si es que se pueda hablar de tamaño). Te corresponde ver si quieres terminar la fragmentación y en consecuencia ser Transparente.

Mientras existe un Sí, existe un espejo que muestra lo que debe verse. La Transparencia es la ausencia de espejo puesto que la Transparencia consiste en dejarse cruzar, en totalidad. La instalación de la Transparencia y la espontaneidad desborda de sobra él Sí o la Fluidez. La Transparencia es un estado donde nada se detiene, no el estado en el cual se está (que no es más un estado). Allí está el Absoluto. Diría que lo da la Claridad y la Precisión porque la escena de teatro se ilumina. Pero te recuerdo que no hay ni teatro, ni escena. Eres tú quien debe ver si resides en la Claridad o si otra cosa se revela a ti, más allá de la Inteligencia de la Luz, pero que permite develar lo que ha estado siempre allí, más allá de la Claridad. El Absoluto es así.

Pero, en tu pregunta y en tu acta, hay instalación de una Conciencia en este Sí. Y no puede haber percepción de la no Conciencia. Estás entonces instalada en la Alegría (en la persistencia del Sí), ilusoria, también. Es necesario salir de la contemplación. Entonces, la Transparencia llega porque no hay ya nada que observar, ni nada a ser, excepto Absoluto. Pero eres tú quién debe ver lo que se manifiesta. La Transparencia, acoplada a los Pilares, llamados los Pilares del Corazón (la Integridad, la Infancia, la Humildad y la Simplicidad), es la característica del Sí. La Transparencia va más allá puesto que nada se detiene, nada se define, nada se identifica. No hay más Sí. No hay más yo. No hay un yo que se aleja de un Sí que se instala. Pero, eres libre (porque es tu libertad) de seguir constatando e instalarlo en el acta, o superar, si se puede decir, el acta. Allí está la Transparencia pero no antes, incluso si la Transparencia forma parte de la definición de lo que se ha llamado los 4 Pilares.

Transparentar es ir más allá del ser. Ser Transparente, es ya no existir, no interferir más, no ser. Repito tu eres libre. ¿Pero eres libre de qué? Simplemente de eso que tú has decidido, ¿de lo que has establecido? Pero esa no es la verdadera Libertad. Esas son libertades transitorias porque desaparecerán cuando tu cuerpo de comida, y tus pensamientos desaparezcan. ¿Entonces, en ese momento, qué vas tú a pasar a ser? ¿Qué vas a ser tú? Prefieres esperar a Ser para plantearte la cuestión (ya que no podrás ya, plantearte cuestiones), o quieres ahora tener la respuesta? Eres tú quien decide. Eres tú quien tiene la clave. Porque no hay llave. No hay puerta. Todo depende en dónde tú te ubicas. Todo depende de allí donde estés (o no)

Pero agradezco tu acta. Me veo obligado a decir que todo eso te vuelve Transparente, pero no es la Transparencia. Sé consciente de eso. Porque la Transparencia total no puede existir, ni en el yo, ni en el Sí. Ella será Verdad cuando hayas salido de todo lo que es transitorio. El Absoluto es Transparencia total. Porque ningún espejo más existe. Ningún sentido más del yo o del Sí existe. Todo se instala en el no ser, en la no conciencia. Pero el resultado es el mismo. ¿Qué quieres ver subsistir? ¿Y qué es lo que puede subsistir? ¿Es del orden relativo y del orden del Absoluto? ¿Qué es lo que continua? ¿Qué es lo que se detiene?

Constatar eso, es quizá, uno de los últimos foros de la escala. Eres libre de considerar que es la finalidad y complacerte en eso. El Absoluto tiene todo su tiempo, puesto que él, está fuera del tiempo. No tú, en eso a que te identificas, en tus actas, en el Sí. Tú debes ver si quieres plantearte estas cuestiones o ignorarlas. Tú has de saber si lo que vives es conocimiento o ignorancia. ¿Con relación a qué? ¿Y en qué? ¿Eso te satisface (y te satisfará mañana), cualquiera que sea lo que observes, cualquiera sea lo que constates? Por supuesto, el Sí, comparado al yo es infinitamente más Transparente. El yo es opaco. El Si es Transparencia, no total pero Transparencia. Te corresponde ver. Tu situación depende de ti mismo. Pero ten cuidado de no proyectar calificativos sobre lo que no tiene calificativo: que es el caso del Absoluto.

Pregunta: Bien afianzada en la materialidad, el Sí me parece inaccesible. El Absoluto no es conceptualizable, concebible. Experimento, actualmente (a la lectura de sus enseñanzas), un sentimiento de desaliento y, incluso, de rechazo. ¿Qué es que lo que en la personalidad, se opone y cómo superarlo?

Tú mismo lo has dicho: tu materialidad, el hecho de querer conceptualizar lo que no puede conceptualizarse. Por supuesto que la materialidad y la personalidad van a rechazar. No puedes conservar el punto de vista de la personalidad y aceptar eso. Si afirmaras eso, eso sería falso. Lo que dices es exacto. No estás pronta a liberarte de lo que cree ser. Estás visceralmente, atada a tu persona. ¿Entonces, por qué razón querrías acceder a algo que te liberaría? Ningún concepto, ninguna idea, ninguna alegría, puede salir de allí. No busques conceptualizar, ni aún menos, aceptar. Porque no puedes aceptarlo. Debes, en primer lugar, salir del infierno: es decir, de tu encerramiento: de creerte este cuerpo, querer poseer alguna cosa. Ni siquiera posees tu cuerpo ya que no eres él. Cuando aceptes que este cuerpo no es más que un encerramiento (una ilusión, una apariencia), entonces podrás plantearte la cuestión del concepto o la idea.

Desde ya te digo, que el Absoluto no es ni un concepto, ni una idea, ni aprehensible. Porque estás limitada en tu visión, en tu percepción. Porque te apoyas en el cuerpo y en la materialidad misma: una transformación de la materialidad, de la personalidad. No hay por lo tanto continuidad. No hay posibilidad, aún menos concepto, y tanto menos perceptor. No hay pues solución posible, ni incluso deseable. Debes rechazar, aún más, porque el rechazo significa que no comprendes Y cuanto menos comprendas, más Libre serás. Es precisamente el hecho de creer comprender este cuerpo (sus acciones, tu vida) que te encierra en lo limitado, porque tienes miedo. El Amor no es el miedo. Tu habrás amando bien tu cuerpo, el no te permitirá sobrepasar el cuerpo. Habrás intentado amar a la personalidad, transformarla en algo mejor. Pero no eres tú que actúa así, en tu Eternidad. Es porque tú estás identificada, en exceso, a lo limitado.

Pero tu cuerpo está limitado en el tiempo y en el espacio (en esta duración). Él no necesita de ti para existir: existe en otra parte. El mejor servicio que puedas rendirle, es dejarle evolucionar solo (sin interferir) y constatarás, entonces, que ninguna manifestación física puede aparecer. Tú misma es quien crea tus propias manifestaciones físicas. No hay karma. No hay causa, excepto tu misma. Es eso que refutas ver de frente. Vas a buscar a otra parte: en un ayer, en una causa. Y mantienes así, los cuadros de este cuerpo, la acción/reacción. Y crees que vas a poder deshacerte de esta acción/reacción comprendiendo la reacción a la acción. ¿Pero de dónde vino la primera acción, si no era una reacción? Se estabas encerrada, te encierras más aún.

Amar, es ser Libre. No es encerrarse. Es abrir lo que está cerrado. Es no aceptar estar cerrado o encerrado. No hay ninguna solución mientras estés en la prisión, aunque pongas bonitas cortinas, aunque cambies el mobiliario, incluso si cambias de pensamientos, mismo si tú comprendes. Te invito a ya no comprender. Te invito a que dejes toda forma de conocimiento de lo que existe en este mundo. Porque, si no, vas a reforzar las resistencias. Vas a reforzar el sufrimiento mientras crees liberarse. Sal de la prisión, primero. Ve la prisión. No hay llave ocultada dentro de la prisión. Eres tú que materializa la prisión, por la voluntad de saber, por la voluntad de entender lo que sólo pertenece a esta misma prisión. El Amor no está allí. Está un piso arriba (si puedo expresarme así). El Amor no está en la prisión.

Mientras busques una perfección de este cuerpo, de esta persona, permaneces en la ilusión, en algo que pasará. La única satisfacción duradera es Eterna: ella es Absoluto. Ella es transitoria en el Sí. Mientras creas y esperes mejorar algo de este cuerpo, de sus pensamientos, o de aceptar un concepto (que no es conceptualizable) o admitir una idea (de lo cual no puedes tener idea), te engañas a ti misma. Por supuesto que rechazas lo que digo y no puedes sino rechazarlo. Pero pregúntate quién rechaza: obviamente, quien es limitada, que refuta ver los límites y los cuadros caer porque hay un apego visceral a la materialidad, en lo que tiene más sólida apariencia, de más permanente apariencia. Pero sólo son apariencias. Si observas, objetivamente, tu saco de comida perecerá. ¿Qué vas a ser, en ese momento? ¿Cómo vas tú a considerar la materia? ¿Qué materia? cuándo no hay más materia (no aquélla que conoces)

Es como si quisieras construir un edificio muy alto sobre un suelo perfectamente inestable (que tú crees estable). Crees que puedes reforzar el suelo, cambiarlo, pero es falso. Si la hipótesis inicial es falsa, sólo construirás sobre arenas movedizas y el edificio se derrumbará. No hay nada que construir. Hay todo a des construir, por la refutación. Pero la materialidad se niega, como el mental, porque sólo el mental puede hacerte creer en la materialidad. No hay nada de válido, dentro. Sólo son ideas, solo conceptos falsos. ¿Por qué adhieres tú a conceptos e ideas que son falsas? Allí está la causa del sufrimiento y el mantenimiento de la ilusión. Si entiendes lo que te digo, entonces el rechazo será aún más fuerte. Pero puedo afirmarte, que el rechazo y la violencia son la buena vía, mientras estés en la prisión. No es pacificando lo que es ilusorio, ni tranquilizando lo que es ilusorio, ni adornando la prisión, que vas a salir de prisión. Mejoras el marco pero no lo suprimes. La Libertad está en otra parte. ¿Cómo puedes tú pretender ser Libre, o estar mejor, en lo que es efímero, en lo que es encierro, en lo que es limitado? ¿No ves por ti misma, las oscilaciones que van de una pared a la otra, de una interrogación a otra? No eres eso: eres la Libertad, eres Amor. Todo el resto no tiene ninguna consistencia. Y sobre todo la materialidad. Las arenas movedizas son las peores. Eleva tu mirada. Elévate y verás que el edificio se construye independientemente de todo lo que decides.

Abandona este miedo, esta necesidad de controlar o de asegurarse en la materialidad. Eso no tiene ningún sentido. Sólo son pesos. Sólo es densidad. Hay un miedo de lo que es elevado. En definitiva, buscas la Libertad pero tienes miedo de la Libertad. Querrías que la Libertad se encontrara en la materia: olvida eso. Intenta ver diferentemente. El amor de la materia no es el Amor, puesto que la materia ya es Amor. No necesita de tu amor. La Ilusión es Amor. Pero no necesita de ti: es un sueño, una proyección, una ilusión. Quieres dar peso a lo que ya es demasiado pesado. ¿Quién te obliga a actuar así? ¿Qué es lo que en ti, se opone a tu Liberación que ya está allí? Sigue rechazando, sigue refutando: eso crea fuerzas de fricción en la Dualidad, en la acción/reacción. Entonces, la prisión arderá. Aquél que llegue al final de la calle, dará necesariamente un giro al darse cuenta, que no hay final de calle, ni carretera. Es necesario haber creado la carretera y la calle sin salida, antes, para asumir que eso no es nada. El Absoluto no es ni concepto, ni idea, ni otra cosa, pero los incluye. No hay exclusión: eres tú que te excluyes del Absoluto. Él ha estado siempre allí. Al querer tener una idea, al querer conceptualizarlo, quieres encerrarlo en la Ilusión. El Absoluto deja libre la ilusión: él la incluye. No es de hecho la misma cosa. No es el mismo movimiento. No es la misma inmovilidad. ¿Ves tú lo que quiero decir? Y no me respondas. Permanece en ti (en tus certezas) y observa lo que te dije. Después, relee y te verás obligada a concluir y ver dónde se encuentra lo absurdo y la absurdidad. Tú no eres eso. No eres ni absurdo, ni absurdidad. Y menos aún materia. Y Aún menos físico. ¿Por qué querer creer en eso que no es verdadero? ¿Por qué hacer una verdad que no tiene ningún sentido, ninguna lógica? ¿De dónde viene eso? ¿De dónde eso ha venido? Es muy simple: reivindicas estar atada a lo que te da más miedo: la encarnación. Hay pues una no encarnación, contrariamente a lo que tú defines. Y el cuerpo se manifiesta para mostrarte tu no encarnación: allí es el encerramiento. En ninguna otra parte. Porque a fuerza de querer ver las cosas tal como son, sólo ves una apariencia, que es lo que te da a ver tu mental (tus conceptos y tus ideas). Abandona las ideas y los conceptos: tú verás que no hay prisión, sino sólo la tú has construido.

Pregunta: Tengo la impresión que todas las cuestiones que puedo formular son estúpidas. Sin embargo, tiendo a decir “sí pero”. ¿Por qué?

Es el aspecto discursivo en ti: la instalación, en la discriminación, de tu propio cerebro habilitado para responder siempre “sí pero”, sí y no, sí o no (es el mismo principio). Hay lo que es bueno. Y lo que es malo. ¿Para ti o para otro? Hay lo que es verdadero y lo que es falso. Y para ti, eso tiene valor de Absoluto. Pero el Absoluto es considerar que nada es verdadero y nada es falso. Todo depende del punto de vista.

Y la palabra que has empleado: tengo la impresión. ¿Pero cómo quieres tú hacer de una impresión, la Verdad? Una impresión, es algo que pasa. Tus impresiones cambian en función de un montón factores que no te pertenecen y que te pertenecen. El “sí pero” no es más que la expresión de la Dualidad de la personalidad. Porque la personalidad tiene siempre miedo de equivocarse. Y tiene razón: ella se equivoca siempre. De ahí el “sí pero” o el “no pero” (eso no cambia nada). Eso será siempre como eso, en la personalidad. Es el espectador que comienza a comprender (y a vivir) que hay un espectador, o un observador. El salió del actor. Pero, al ser observador, quiere pesar a cambiar todo: el actor, cambiar la iluminación… De allí viene el “sí pero”: del intelecto. Del que pasa su tiempo en discriminar, a seriar, en bien y en mal, en verdad o falso, creando así (y manteniendo) la Dualidad, es permanencia. Es un hábito de funcionamiento. Nada más. A menudo forjada por la educación, la enseñanza y el medio familiar. Nada más.

El “sí pero” no conduce a ninguna parte, así como el “no pero”. Porque no puede ampararte en lo que es verdadero o de lo que es falso, excepto en las leyes de este mundo: si dejas caer una piedra, ella cae. No va a volar: es verdad. La piedra no existe: eso es verdad. ¿Dónde te ubicas tú? Pues, la piedra no cae. Eso es falso. Acepto que todo punto de vista (que todo “sí pero”, que todo “no pero”, “sí”, “no”) no es aplicable que en la realidad de este mundo que no tiene ninguna sustancia, ninguna esencia, si eso no es esa que la anima. ¿Dónde quieres Estar? ¿Y por otra parte, dónde Estás tú?

La impresión se incorpora a la intuición. Remite a una escala de valor, a un juicio de valor (en bien y en mal) y conducirá, siempre, a experimentar el “sí pero” o el “no pero”. Eso quiere decir que cuando das dos pasos hacia adelante, das uno hacia atrás. Y finalmente, no te mueves. Pero no de la inmovilidad del Absoluto. Que eso sea uno hacia adelante y dos hacia atrás no cambia nada). Hay tergiversación. Tergiversación que quiere decir: vacilación, ausencia de certeza y en consecuencia oscilación, mantenimiento de la ilusión por la interrogación del mental, del intelecto. Debes ver si te es posible deponer las armas porque el Absoluto no es un combate. Es, justamente, el momento en que depones las armas: el intelecto, el conocimiento intelectual, las creencias. Porque las creencias son armas de destrucción del Absoluto (que no puede destruirse). Olvida tus impresiones. No pretendas comprender, sino más bien, de ser tomada por la Verdad. Para eso, es necesario que hagas callar todas tus verdades, todos tus acervos, todos tus conocimientos, todas tus creencias, sin excepción.

No puedes llenarse con la Verdad Absoluta mientras existan, en ti, tergiversaciones (de las vacilaciones), mientras tu mental te haga creer que estas llena con conocimientos que vienen a entrechocarse, contradecirse. No hay síntesis posible. Puedes permanecer analizando, pero nunca el análisis te conducirá a una síntesis, en ese caso, y aún menos a una integración. Estarás siempre dividido y fragmentado, consciente, de las distintas partes que te animan (sin ninguna posibilidad de comunicar entre ellas, excepto por momentos), porque has asimilado la construcción de tu Cuerpo de Êtreté a un montaje de ladrillos. Pero estos ladrillos no encajan unos con otros. Eso también es muy simple: acepta ver lo que has construido. Acepta ver tus propios razonamientos. Porque la razón te conducirá, siempre, al “no pero” o al “sí pero” y a impresiones, vagas o fuertes pero que no son más que impresiones, o incluso intuiciones. Ninguna certeza puede surgir de allí. Ninguna Verdad puede surgir de allí. Porque todo es relativo. Pero tú no eres relativo.

Es siempre seductor, para la personalidad y para el Sí, como gritar sobre los techos que hay libre albedrio. El libre albedrio sólo se deriva de la confusión entre distintas creencias, diversas experiencias, diversas impresiones. El libre albedrio te hace creer que eres libre. Pero no eres Libre mientras hay “sí pero”. Mientras hay “sí pero”, es que, en alguna parte, en ti, existe algo que cree (o que piensa) que puede equivocarse. Por otra parte, el mental se equivoca siempre. Y en elecciones: siempre en un 50% de los casos (es estadístico). En toda elección, tienes la posibilidad de equivocarte una vez sobre dos. Para ya no tener que elegir, ni manifestar más el “sí pero”, es necesario instalarse en la Libertad, en la Acción de Gracia. Porque desde ese momento, no es ya tu mental que decide lo que es verdadero o falso, lo que es justo o no, pero es la Luz misma (esta Gracia misma), que trabaja. Mientras creas trabajar, permaneces en el libre albedrio y en consecuencia en el “sí pero”, en la impresión. De allí no puede salir ninguna certeza. Y por otra parte, es lógico porque todo eso es incierto e improbable. Desplázate. Vuelve allí donde no hay ya ninguna probabilidad, ninguna posibilidad de error, de “sí pero”, de suposición. Colócate en lo que tú Eres y no en lo que crees. Y deja venir. No la impresión, sino la Libertad. Todo el resto se derivará de allí. Sin tu intervención, sin libre albedrio, pero en la Libertad. El libre albedrio te concede la posibilidad de equivocarte (lo que es seductor para el espíritu), sabiendo que se equivoca, siempre, una vez sobre dos. La Verdadera Liberté, la de la Acción de Gracia, no puede dejar ningún lugar al error. Porque está más allá de la experiencia, más allá de la Dualidad, más allá de la elección.


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